Ahí estabas, de pie y cargando un maletín con útiles nuevos que habías comprado con mucho entusiasmo una semana atrás. No sabías a dónde dirigirte porque decidiste llegar temprano y "la primera impresión es la que importa" según tu padre. Volteaste a tu alrededor con mirada de confusión. ¿Sí era hoy? "Presentarse el lunes 21 de agosto de 2017" leíste en tu nombramiento, pero pensaste que sería más adecuado si asistías desde una semana antes en la fase intensiva del C.T.E.
En tu mente daban vueltas preguntas referentes al C.T.E... ¿Qué se habla en ellas? ¿Debía traer otra cosa? Si tan solo hubiera asistido a todas las juntas cuando era practicante.
Para no parecer una persona extraña, caminaste hasta la banca más próxima y esperaste en lo que a tu juicio era la dirección. No parabas de pensar en la primera interacción con tus nuevos compañeros y en las posibles preguntas que te harían. Interiorizabas algunos modos de contestar: ¿debería ser seria? ¿Me muestro como soy? ¿Separo la personalidad de "la profra. Maribel" de la Maribel que he sido durante este tiempo? Los nervios se hacían presentes cada vez que desbloqueabas tu celular para ver la hora. Te parabas, caminabas sobre las líneas dibujabas y tu cerebro seguía taladrando "¿qué grado me asignarán? ¿Me darán mis horas de Español? ¿Qué novelas podemos leer? Vi una actividad en Pinterest que me llamó la atención, ojalá la haya guardado".
El nerviosismo y la incertidumbre ya se habían apoderado de ti. Te olvidaste de quién eras y todo lo que trabajaste para llegar ahí; de tus experiencias y aprendizajes en la Normal y en las prácticas que aunque fueron pocas, sirvieron de andamiaje para lo siguiente.
Y de pronto un "maestra, buenos días. Usted debe ser la nueva integrante" te sacó del ensimismamiento y te condujo de forma cordial a la Dirección Escolar.
Hoy, a casi un año de distancia, solo quisiera decirte que dejes atrás tus miedos y que confíes más en tus virtudes.
